Cómo transformé mi pasión por la gastronomía en una profesión a medida
El camino creativo es un proceso de cambio constante. Solo mirando atrás podemos «connecting the dots». Mientras, nos movemos en esa incertidumbre vislumbrando únicamente el próximo paso.
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En este post cuento cómo empecé a trabajar como storyteller gastronómica profesional: Desde la aventuras de cambiar de profesión, hasta las novatadas de iniciarme como emprendedora.
¿Que si cambiaría algo si pudiera volver atrás? Tendrás que seguir leyendo si quieres averiguarlo. 😉
Esta es la historia de cómo me convertí en storyteller gastronómica profesional
Todo empezó en el restaurante de mis padres. Allí, sin saberlo, hice mis primeros pinitos como storyteller escribiendo las especialidades del día en pizarras y carteles.
Y tras dos intentos fallidos de carreras universitarias, decidí dedicarme en cuerpo y alma a la hostelería.
Estaba dispuesta a darlo todo.
Tanto que dedicaba el 100% de mi tiempo a trabajar, estudiar, investigar y entender a mis referentes del mundo de la gastronomía.
Con la idea de abrir mi propio restaurante, me formé con un Máster profesional en Gestión e Innovación Gastronómicas y Ciencias de la Alimentación. También me diplomé con el WSET e hice varios cursillos de marketing y comunicación.
Todo iba bien hasta que un blog se interpuso en mi camino
Un blog con el que descubrí que lo que hacía en el restaurante tenía un nombre: storytelling gastronómico.
De cómo ese blog me cambió la vida y del poder de las historias para emprendedores, pymes y creadoresgastronómicos te hablaré en las siguientes líneas.
Unas líneas que se fraguaron mientras me dirigía a una reunión en autobús.
Un bus con billete al pasado: de hostelera a storyteller profesional
La lluvia aporreaba los cristales cuando el autobús en el que viajaba se detuvo justo delante del restaurante de mis padres. Eran las 10:30 de la mañana y todavía estaba cerrado.
Las cafeterías de alrededor estaban llenas. Intuía el aroma del zumo de naranja recién exprimido, el café recién hecho y las tostadas con aceite y tomate.
Hace 12 años el restaurante de mis padres también estaba abierto a estas horas.
Yo servía desayunos, preparaba cafés con latte art (toda una revolución en 2013), organizaba turnos de personal y hacía pedidos.
Cuando llegaba a casa tras jornadas maratonianas (también trabajaba en turnos de comidas y cenas) mi aventura gastronómica continuaba:
Estudiaba para sacarme el Máster.
Veía vídeos en Youtube para aprender a hacer nuevos dibujos en los cafés.
Me preparaba para certificarme con el WSET II.
No hacía otra cosa.
Si libraba algún día (cosa complicada, porque los ingredientes del momento eran «crisis financiera mundial» + «negocio familiar»), recorría nuevos restaurantes con mi libreta (hoy la llamo Diario de Exploración Gastrocreativa) para intentar describir los sabores de sus platos, los aromas en mi copa y las sensaciones que me transmitían.
No sabía exactamente por qué lo hacía, pero sentía que era lo que tenía que hacer.
¿Cómo ocurrió la transformación?
Cuando el bus volvió a ponerse en marcha, me pregunté cómo pasé de trabajar en el restaurante de mi familia a:
Escribir para marcas gastronómicas.
Asesorar a emprendedores.
Dar ponencias sobre mitología gastronómica y comunicación profesional.
Así, me vino a la cabeza uno de los libros que han marcado mi vida: «Momo», de Michel Ende (gracias mamá por ponerme siempre un libro en la mano).
¡Está repleto de grandes enseñanzas!
Como, por ejemplo, la que aún me sigue acompañando:
No mires lo que te queda por barrer, céntrate solo en el siguiente paso. Así, cuando te quieras dar cuenta, habrás barrido una enorme avenida.
Lo mío con el storytelling estaba escrito
Cuando creces en el restaurante de tus padres, te entretienes con actividades algo distintas que el resto de los niños. Mientras ellos patinaban, mi hermana y yo:
Hacíamos muñecos con masa de pizza.
Doblábamos servilletas (y usábamos algunas para hacerles vestidos a las Barbies).
Escribíamos el menú del día en las pizarras.
Nos escondíamos debajo de las mesas cuando los manteles ya estaban puestos.
Bueno, y patinábamos con los niños del restaurante de al lado.
Las fronteras entre juego y «echar una mano» se desdibujaban. Y escribir en las pizarras era una de mis actividades favoritas.
Pronto me di cuenta de que la forma en la que escribía el menú, qué tipo de letra hacía y qué color de tiza usaba, provocaba que la gente parara, preguntara y entrara a comer.
Entonces no lo sabía, pero ya escribía copy.
Y unos años más tarde, entendí que las historias son los radios de cualquier mensaje.
Esto fue lo que descubrí en una cata de aceitunas
Mientras me preparaba para abrir mi propio restaurante, llegué a cruzarme medio país en un solo día siguiendo mi curiosidad.
Me emocionaban actividades como:
Descubrir cómo catar aceitunas
Aprender a identificar los aromas del café
Asistir a charlas de Juli Soler.
Conocer la nueva añada de mi vino favorito antes de que fuera embotellada…
Lo hacía en 24 horas porque al día siguiente estaba de nuevo poniendo cafés.
En estos viajes fugaces descubrí que muchas veces conocemos los proyectos de grandes empresarios y conectamos con ellos porque cuentan sus historias más allá de las fronteras físicas de sus restaurantes, bodegas o fábricas.
Muchas de sus historias no son muy diferentes a las de las pymes. La diferencia está en que ellos saben cómo contarlas (o contratan a storytellers que las artculen para ellos) y usan los canales a su disposición para llegar a más personas.
A estas alturas ya sabía que uno de los ingredientes fundamentales en el restaurante de mis padres eran las historias.
Los clientes venían a escucharles y a contarles las suyas.
«Venimos a ver a Luís» , decían.
Pero, ¿y si esas historias pudieran traspasar los muros del restaurante?
Entonces aún no lo sabía, pero había plantado la semilla de mi profesión actual.
Por qué expresar tu visión puede cambiarte la vida
Cuando empecé a recuperar fuerzas tras un problema de salud (ya hablaremos de esto en otra ocasión), encontré en el blogging la forma de seguir conectada con el mundo exterior.
Lo que no sabía es que ese blog me cambiaría la vida. Literalmente.
En pocos meses mi bandeja de entrada pasó de alimentarse de mails de mis amigos pidiendo las recetas de las fotos que compartía en Facebook a nutrirse de propuestas de colaboraciones de marcas y restaurantes.
Y aquí está la respuesta a una de las preguntas que más me hacen: Sí, mi primer cliente llegó gracias a los contenidos. Concretamente, a través de mi blog de recetas.
Esta es la clave para mí: hasta entonces no había buscado de manera directa ni un solo cliente. Los clientes llegaron incluso antes de que decidiera dedicarme a esto de forma profesional. Ahora sé que fue gracias al blog, a las historias, a las redes. En fin, gracias a que estaba expresando mis ideas.
Esta es la magia de la expresión creativa. Y por eso, considero que mi mayor error fue abandonar más adelante el blog. O, al menos, un formato de contenido más extenso y profundo que el que permiten las redes sociales.
Pero de eso te hablaré más adelante.
La verdad es que mi objetivo en aquellos momentos solo era pasarlo bien, compartir mis descubrimientos culinarios y tener un blog muy bonito y fácil de leer.
Así que, para que mis lectoras se sintieran más a gusto, hice algunos cursos para mejorar mis fotografías y también mi escritura.
Así descubrí el copywriting.
¿Qué ocurre cuando aplicas técnicas de copywriting a tu proyecto gastronómico?
Tras leer sobre copywriting, me di cuenta de que era una potente herramienta para impulsar ideas, también esas que mejoran el mundo.
Y eso me emocionó.
Quería aprender más.
¡Dicho y hecho!
Me formé en copywriting generalista leyendo mucho y haciendo algunos cursillos, tanto en inglés como en español.
Terminé mi máster en Gestión e Innovación Gastronómica.
Realicé mis prácticas en un estudio de diseño de mi ciudad.
Empecé a estudiar decenas de libros sobre copywriting, storytelling, psicología, sociología, comunicación y publicidad.
A partir de ese momento convertí mi blog de recetas en una web, lo sazoné con un poquito de copywriting gastronómico y empezó la fiesta:
✴️ Mi blog llegó al Top 10 de la lista de blogs de RTVE con menciones en Directo al Paladar España y Directo al Paladar México.
✴️ Me propusieron escribir en el periódico agroalimentario de mi ciudad.
✴️ Di charlas sobre blogging gastronómico en Barra de Ideas, en el primer encuentro de redactores digitales en Madrid, hablé de storytelling gastronómico en Almería Ciudad de la Gastronomía y me llamaron la Universidad de Cádiz para dar clases de narrativa gastronómica.
✴️ Escribí para marcas como Café del Mar Ibiza y Hoteles Marriot.
✴️ Asesoré a emprendedoras gastronómicas en su comunicación.
Como te dije al principio, entiendo la vida como un proceso en continuo cambio.
Todo es causa y consecuencia a la vez.
Ninguno de estos puntos es imprescindible, pero todos han sido necesarios para llegar hasta aquí.
Y ahora, vayamos con los errores y aciertos en mi camino como storyteller gastronómica freelance:
5 ¿errores? que he cometido en mi camino creativo
Bueno, estos «errores» en realidad no lo son tanto.
Lo cierto es que si hoy tengo claros mi discurso, mis valores, en qué creo, de qué va mi proyecto, quién es mi cliente… es porque en su momento transité estos caminos secundarios:
1) Olvidarme de mi propio proyecto por aceptar demasiados encargos
Cuando empecé a escribir de forma profesional, decía «sí» a todos los proyectos que me llegaban.
Así, acabé abandonando mi blog y mis redes. Solo trabajaba para mis clientes.
Sé que esto nos pasa a muchos creadores y, no me malinterpretes: Pienso que es fundamental aceptar todo el trabajo posible cuando se está empezando.
Así es como aprendemos, como nos damos a conocer y como nos aseguramos más trabajo, siempre que lo hagamos bien.
Pero también pienso que no hay que perder de vista algo esencial: Mantener el equilibrio entre trabajar para otros y el cultivo de la propia marca personal.
Y es que trabajar la propia marca también es una forma de atraer a los clientes adecuados que conecten con tus valores.
👉 Un aprendizaje: Buscar el equilibrio entre trabajo para clientes y la creación de contenidos para cultivar la propia marca personal es una buena práctica.
2) Acercarme demasiado al «formato agencia»
Más adelante se me ocurrió que sería buena idea coger más clientes y delegar algunas partes de los proyectos. Pensaba que así tendría más tiempo para crear contenido.
Lo único que conseguí con esto fue acercarme al formato agencia, lo que me supuso dedicar menos tiempo a la ideación y a la escritura y más tiempo a gestionar equipos y procesos.
Y esto, además de dejarme poco tiempo para crear contenido para mis canales, me aburría enormemente. Sentía que me faltaba algo.
Así fue como me di cuenta de que crear contenido propio debía ser parte de mi rutina, de mi camino.
Expresarme creativamente mediante la escritura tenía que estar en mis pilares, en mis valores o principios-guía.
👉 Un aprendizaje: Las decepciones y desafíos del camino nos ayudan a formular con palabras cuáles son nuestros valores o principios guía.
3) Hablar más de lo que hago que de lo que pienso
Luego se me ocurrió que, como no tenía tiempo de escribir en el blog, al menos podía crear contenido en redes.
En el blog reflexionaba, compartía aprendizajes y analizaba fenómenos gastronómicos. Y para eso, necesitaba más tiempo que para contar a instagram en qué andaba hoy.
Esto abrió una etapa en la que creaba más contenido sobre lo que hacía que sobre lo que pensaba y sabía.
Sé que este tipo de contenido gustan a mucha gente y crean conexión, pero lo que realmente me hacía vibrar era compartir mis conocimientos y puntos de vista.
Así descubrí que un equilibrio entre un contenido más emocional y otro más educativo parecía ser la clave en mi proyecto.
👉 Un aprendizaje: Hay infinitos tipos y enfoques de contenido. Probar diferentes opciones y encontrar un equilibrio entre contenido emocional y otros tipos de contenido, es clave.
4) Pensar que un camino inusual no es válido
Cada vez que me preguntaban cómo había cambiado mi bandeja de camarera por el portatil me sentía algo insegura. No poder responder con frases como «he estudiado Periodismo» o «soy licenciada en Publicidad».
De verdad pensaba que venir de la hostelería y estar aquí gracias al trabajo realizado a través de un blog no era válido. Pensaba que no tenía tanto valor como tener una carrera.
Más tarde descubrí que la formación reglada y los caminos oficiales no son los únicos que dan conocimiento. También que no garantizan el saber hacer.
Sin ánimo de que suene a cliché: el camino establecido no es el único.
👉 Un aprendizaje: Cada uno tiene su propio camino.
5) Dar demasiada importancia a consejos de personas que no siguen su propio camino creativo
Cuando emprendes, suelen aparecer personas diciendo que lo que quieres hacer es una locura, que no va a funcionar, que es imposible, que el mercado está saturado/que si nadie lo está haciendo por algo será…
Todos tememos en algún momento que otros hagan lo que no nos atrevemos a hacer.
👉 Un aprendizaje: Escuchar a todos, pero aceptar consejos solo de quienes están comprometidos con su camino creativo es una buena opción.
¿Te acuerdas del autobús en el que me había montado?
Pues antes de bajarme y llegar a mi reunión, me acordé de algo más:
5 Grandes aciertos que he tenido estos últimos años
1) Seguir formándome siempre
Los autónomos corremos el peligro de engancharnos a hacer cursos y más cursos, pensando que nunca estamos lo suficientemente preparados para salir ahí fuera.
¡Con todos ustedes, el síndrome del impostor!
Si sabes la teoría y has practicado, es hora de volar.
El resto solo lo puedes aprender haciendo.
Pero hay algo más: pienso que es imprescindible seguir tirando del hilo para nutrir nuestras inquietudes, nuestra voz y seguir trabajando encuentra realización.
Mi última formación ha sido en 2023, con el Diploma de Mitología y Simbología de la Universidad Ramón Llull. En otra ocasión te contaré por qué realiza esta formación y cómo estoy aplicando a mi trabajo.
Desde entonces, en mi faceta como mitóloga investigo la relación entre alimento, la cultura y la espiritualidad en nuestro zeitgeist, compartiendo mis conclusiones en ponencias y artículos.
2) Conocer y aceptar mis ciclos creativos
Crear tiene mucho que ver con aprender a manejar la propia energía. Esto me ha llevado prácticamente una década entenderlo y, sobre todo, aplicarlo.
Aprender cuándo mi creatividad es más fértil, cuándo estoy más activa y despierta y cómo se relaciona esto con mi trabajo ha supuesto un antes y un después en mi rutina.
He ganado en tranquilidad, en salud, en organización ¡y me divierto más!
Lo curioso es que, ahora que he terminado el Diploma de Mitología y Simbología, me doy cuenta de que todo lo que he aprendido se nos enseña a través de los llamados «Mitos de Creación».
La mitología encierra mucha sabiduría para la vida y para la creatividad.
3) Definir con qué proyectos quiero trabajar
Me gusta pensar en mi trabajo como una manera de contribuir al impulso de las empresas con las que trabajo. Por eso me gusta apostar por proyectos que aportan su granito de arena harina para una gastronomía más humana, sostenible, y honesta.
Trabajar con proyectos alineados con mis valores me ha llevado a conocer personas alucinantes.
En este sentido, la creación de contenidos contribuye al posicionamiento de marca: es una manera de dar a conocer el propio punto de vista y así conectar con personas afines.
4) Conectar con profesionales inspiradores
No todo va a ser trabajar. Encontrar momentos para tomar un café offline o virtual con otras emprendedoras es muy estimulante.
Compartir ideas, anécdotas e inquietudes ayuda a no encerrarse en una misma, conocer otros criterios y ¡echar unas risas!
He participado en grupos de mastermind, reuniones periódicas, comunidades de emprendedores, eventos…
Y hemos llegado los unos a los otros gracias a expresarnos en internet.
No sé tú, pero a mí esto sigue pareciéndome alucinante.
La verdad es que también tengo momentos en los que estos tinglados no me apetecen mucho. Y también está bien.
Hay momentos para todo.
5) Mantener mi Práctica de Exploración Gastrocreativa
Todo empezó con esa libreta en la que detallaba mis experiencias gastronómicas.
Luego llegaron las páginas matutinas de Julia Cameron.
También probé el Bullet Journal y en algún momento retomé los diarios tradicionales.
De todo esto fue surgiendo, poco a poco, lo que ahora llamo «La Práctica Narrativa» y se concreta en el Diario de Exploración Gastrocreativa.
Mantener la costumbre de escribir de manera creativa se fue convirtiendo en:
Reflexiones sobre mi camino creativo.
Exploración de mis intereses.
Investigación de mis referentes gastronómicos.
Esto nutre mi creatividad y me ha ido llevando a la sensación de que me estoy realizando. Esto me da mucha energía, esperanza y ganas de seguir compartiendo.
Unpopular opinion: mucho trabajo entre bambalinas
Sé que suena poco cool, pero sin esfuerzo y sin trabajo no hay camino creativo.
Seguir intentándolo a veces cansa. Pero la perseverancia y la reflexión traen sus frutos. No siempre es fácil, pero muy a menudo es estimulante, inspirador y energizante.
Pienso que no hay un único camino para vivir como queremos: Para algunos la puerta se abre tras estudiar una carrera. Para otros, gracias a los contactos adecuados. Y para otros, se nos abre tras años trabajo y dedicación.
Pero pienso que las puertas que están para nosotros, terminan abriéndose.
Gracias por leer hasta aquí.
El camino sigue. 💛
Me parece súper interesante tu post, tomo nota de las cosas para ponerlas en práctica. Gracias. 🩷